Nombre: | La lumea de noi. Memorias de los Ludar de México. Nuestra gente |
Autor: | Pérez, Ricardo (comp.) y Lorenzo Armendariz (fotografía)Autor Corporativo: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (México)
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Año: | 2001 |
Categoría: | Libro |
Lugar de la publicación: | México |
Editorial: | CONACULTA-FONCA |
Características físicas: (tipo de material al que tuve acceso) | libro |
Número de páginas | 235 |
Sede física: (locación) | COLSAN A.C |
En caso de existir acceso digital al material: (indicaciones de si se requieren suscripciones, notas, ejemplares disponibles, acceso, etc) | https://www.academia.edu/16839331/La_lumea_de_noi_Memorias_de_los_Ludar_de_M%C3%A9xico_Nuestra_gente
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Reseña crítica del material | por Irene Imuris Valle Padillla |
ISBN, ISSB o depósito legal de tenerlo | No aparece |
Resumen
Este libro ofrece una reconstrucción histórica del proceso de vida de actividades económicas que tienen parte de la población ludar en territorio mexicano a través de testimonios de familiares de diferentes edades que han dedicado su vida a llevar a diferentes pueblos primero la fotografía, luego el cine y actualmente espectáculos de carpa con magos, payasos e hipnotizadores. Constituye una valiosa aportación a la comprensión de lo que definen como una minoría étnica de los ludar, de quienes, para el tiempo de salida del libro, no existía documentación escrita. Este libro es resultado de un proyecto que tiene como objetivo permitir el entendimiento de esta cultura y busca contribuir a desmitificar la imagen romántica y bohemia del gitano fuertemente estimulada por el cine y la televisión, y que a su vez reivindica su lugar en la historia cultural del país. Es un trabajo colaborativo principalmente entre un miembro de la comunidad, Ricardo Pérez, nacido en segunda generación en México y su compadre Lorenzo Armendáriz, fotógrafo de profesión, quienes se acompañarán para recorrer más de cinco mil kilómetros estableciendo contacto entre diferentes campamentos para recopilar entrevistas. Si bien seis escritos son de la autoría de Ricardo Pérez, hechos a partir de entrevistas a sus familiares también aparecen como capítulos otras narrativas ludar en la voz de miembros de diferentes grupos familiares como los son José Pérez, Joel Pérez, Raúl Costich, Pedro Costich, Pablo Yovani y Gumaro Yovani.
Aportaciones
Es un libro de excelente manufactura con portada color rojo y fotografías internas en color sepia, mientras que las fotografías son en blanco y negro. Este trabajo está hecho para disfrutar desde los sentidos de la vista, del tacto por lo cuidado de la edición (tiene tapas internas desplegables con fotografías que muestran un espacio al aire libre donde se observa un carro negro estacionado y cerca del mismo una figura casi misteriosa que camina entre la niebla: En la contraportada aparece una bella foto de una carpa levantada alumbrada por algunos focos donde la luna casi se confunde con alguno de ellos. En la solapa se presenta a los autores con fotos de ellos mismos siendo niños de 4-5 años vestidos ambos de vaqueros. Al leer ya la primera página también se le habla al sentido del oído, porque es como si se escuchara un altavoz que anuncia una función de espectáculo, es una proclamación que invita a entrar a la lectura de los textos como si este fuera un espectáculo dentro de una carpa. Las primeras páginas aparecen montadas como en un álbum familiar, donde se recopilan fotos antiguas y se presenta a las familias Costich, Pérez y Yovani. El texto que les precede va dando las tres llamadas de rigor para que comience la relatoría de recuerdos y memorias entre algunos miembros de estas familias. Se anuncian los mejores atributos del programa y se relata de forma sucinta una de las películas que se presentará en el cinema “Pepsi Cola”. La narrativa empieza a tener un sentido de urgencia, pues la función está por comenzar y es necesario pasar a ocupar los lugares después de comprar el boleto, ya que se dice en el altavoz estos ya se están acabando, será mejor tomar el lugar correspondiente para que empiece la función. Es así como la presentación comienza con el índice de contenido dentro del libro. Posteriormente, encontramos la introducción de Lorenzo Armendáriz que presenta la forma en que él y su compadre en las noches después de levantar una función comienzan a pensar en la posibilidad de una publicación que sirva para dar a conocer parte de las historias que suceden durante los trayectos del oficio: de quien lleva el cine u otro espectáculo teatral a pueblos, estaciones de tren, rancherías y lugares de trabajo. El cinema es a veces uno de los pocos entretenimientos para los lugareños que visitan.
Lorenzo Armendariz define a los “ludars” como un grupo que llegó a México a finales del siglo XIX con la intención de llegar a Estados Unidos, pero que por distintas circunstancias ya fueran cuestiones económicas, de distancia, etc. permanecen en nuestro país. Como mencionan algunos de sus integrantes, “encuentran en México una libertad que forma parte indisoluble de su existencia”. En el capítulo que lleva el nombre homónimo del libro, “Lumea de noi”, Ricardo Pérez expresa una preocupación por que las nuevas generaciones conozcan parte de la historia que vivieron en diferentes lugares de México. Reconoce que en otros tiempos muchas de sus historias y conocimiento era algo reservado al interior de las comunidades y que no se suelen compartirse para gente externa, pero considera que es positivo reflejar la diversidad que prevalece más allá de los clichés y estigmas que han sido difundidos por medios de comunicación como telenovelas, libros, y películas. Ricardo Pérez describe el origen de su estancia de la siguiente manera: “al territorio mexicano llegaron varias “razas” en diferentes épocas, pero ahora todos nos consideramos mexicanos”. En su relatoría explica cómo es que pasaron de dedicarse del cine al teatro y cómo esto ayudo a cambiar su imagen, aclara que ellos no se dedican a la lectura de la buenaventura y que el teatro incluso ha permitido una mejora en las relaciones con autoridades en los pueblos como los que trabajan en el municipio, los policías de tránsito, etc. Expresa un agradecimiento sincero a este país al que asegura le deben “todo lo que son, ya que trabajan y se les deja trabajar”. En su primer escrito cuenta aventuras y también sinsabores que como grupo familiar han tenido que enfrentar en los recorridos o bien llegando a los distintos pueblos, pero que, a comparación de la historia de Europa, siente que han sufrido menos. Es a partir de lo que se enteraron estaba pasando entre los años de 1930 y 1950 (guerras, genocidio) que era importante evitar una deportación que les regresará a Europa. Esto explica porque muchos de ellos se cambiaron de apellidos y dejaron de hablar su idioma y al mismo tiempo conservaron y colaboraron en unión para seguir costumbres propias. Ha sido debido a la fuerte estructura familiar que tienen que han podido vencer obstáculos a lo largo del tiempo y para explicar la importancia que la vida en familia tiene para ellos utiliza la metáfora de que la familia es como una cadena que nunca debe romperse. En un segundo texto llamado “El abuelo” aborda la historia de Yonsha Yovanovich que llegó de Rumanía en 1895-1896 y de cómo fue que se encontraron (él y sus familiares) en un país muy grande y comenzaron a dar espectáculos callejeros haciendo bailar osos, changos y chivos que bailan, así la gente les daba dinero y comida. Con el tiempo algunos animales adiestrados murieron, y también tuvieron recursos para comprar bestias para recorrer los caminos y se menciona que muchos de ellos se casaron con mujeres mexicanas y se ampliaron como familias mexicanas. En el siguiente capítulo “Mi padre” va a contar la historia de su padre, quien tuvo 16 hijos y a todos los trataba con cariño, educándolos en trato igualitario. En el capítulo “Son cosas pesadas de contar” relata el tema de los domadores de oso Nano, Dico y Dine Yoba y cómo este último incluso salió en películas de los años de finales de 1960 y 1970 como en “Caifanes” de 1967 o Yesenia de 1971. Platican que si bien vivían en la Ciudad de México también un tiempo andaban en carpas y presentaban los actos de los osos “Antonio” y “Carolina” y que al ser Nano Yoba, Dico y Dine parientes de su padre en algunas temporadas llegaron a viajar con ellos. Este trabajo no pudo continuarse a raíz de la muerte de los animales y con el tiempo se dio paso al espectáculo de la proyección de cine. Relata cómo fue el proceso de proyectar primero una imagen fija y narrar la escena con un embudo de cartón, con el tiempo llegaron máquinas de manivela y más tarde (quizás después de los años 60) el cine sonoro con películas sobre todo mexicanas que se llevaban a los pueblos como las del Santo, como “La loba” (1965) con Joaquín Cordero y Kitty de Hoyos, “Alma Grande” (1966) y varias películas de Cantinflas, otras de Capulina, Tito Guizar, Antonio Aguilar y ya en los años setenta llevaban de Enrique Guzmán, Cesar Costa y Angélica María. Comenta que también tenían repertorio de otras partes del mundo como “Palitos chinos”, “El gordo y el flaco”, “Tarzán”, y menciona con cariño “Espaldas mojadas”, una película sobre migrantes en camino a Estados Unidos. A veces también daban variedad como cantar o ponían música para bailar, números de faquirismo y otros espectáculos, adaptándose a los gustos de la población en la que se encontraban. Llegaban incluso a variar las películas haciendo cortes cuando así lo consideraban necesario y montando escenas de una manera que no venía en la película original.
Continuando con relatos, menciona que llegaron a Ruiz Cortines, un poblado en Sinaloa donde se juntaban hasta mil braceros a los que podían entretener y les era muy beneficioso porque el público cambiaba constantemente y así podían pasar la misma película en diferentes días sin repetir audiencia. Lo mismo pasó en el sur en Chiapas, en la construcción de una presa en Malpaso. Y así, va narrando aventuras y situaciones en las que se encontraban y de las tenían que salir al paso. Describe cómo en las poblaciones que visitaban, la gente se ponía muy alegre por su llegada por ser novedad. Les emocionaban desde las plantas que generaban luz con focos que iluminaban, hasta las películas con escenas de acción donde salían despavoridos basados en el realismo de las tomas.
José Pérez relata cómo andaban en carretas para transitar caminos viejos y cuando llegaban al pueblo montaban su proyector sobre sillas sostenidas con tubos y base de aluminio, cercaban con una manta un área dentro de la cual colocaban los aparatos y la pantalla además de ser un espacio con lugar suficiente para que las personas llevaran sus propias sillas. Joel Pérez abunda en las dificultades de andar por caminos apenas hechos, ya que los tiempos para recorrer las distancias eran más largos que ahora. Califica la vida de entonces de más dura, ya que tenían que hacer frente a las inclemencias del clima o, dependiendo de la localidad en la que se encontraban debían presentar actos diferentes, por ejemplo en Sinaloa ponían canciones rancheras, canciones tranquilas para que no los echarán a balazos. En su andar aprendieron a leer los gustos generales de los pueblos y ante eso fueron adaptando sus estrategias de acercar a más público. Raúl Costich relata cómo su cinema se llamaba “Pepsi Cola” por un trato que acordaron con la empresa de darles pintura a cambio de poner ese nombre a la vista y hacer publicidad.
Pedro Costich recuerda que a veces llegaban a viajar en tren alquilando plataformas para sus carros. Carlos Yovani cuenta cómo su abuela ayudó por ejemplo para el mantenimiento de caminos comprando carros con grava y regalando el material en una comunidad que tenía muy feos los caminos. Joel Pérez va a narrar desde su perspectiva las aventuras acontecidas en los años que llevaban un camión modelo 54 llamado “el Tragabalas” y platica que su padre, además de dar cine, en ocasiones trabajaba para la embotelladora “Jarritos”. Daba cine y compraba refrescos de la embotelladora. Recuerda que en ocasiones la gente compraba un boleto para el cine y le regalaban un refresco. La embotelladora, por hacerse publicidad, pintó el vehículo Tragaldabas con el emblema de la compañía. Era de color verde con blanco y decía Embotelladora Jarritos.
Gumaro Yovani relata la emoción de cada pueblo ante la llegada del cine. Con aparatos de 35 milímetros con los que viajaban a grandes ciudades y también a lugares donde no llegaban los caminos llevaban cine; hace hincapié en su constante búsqueda por trabajo honrado y se distancian de quienes leen la suerte. Comenta que dejaron de hacer cine para dedicarse al teatro, la magia, los payasos, bailarinas, escapistas, espectáculos con faquires e hipnosis colectiva, donde se aprovecha el momento para dar consejos a los participantes y que les sirvan para la escuela, el trabajo o bien mensajes de autovaloración para cuando despierten piensen positivamente. Sobre la transición de cine a teatro lo describe con estas palabras:
Nos dimos cuenta que era bueno meter magia en la función de cine y como nuestros padres y abuelos en principio pasaban una película y daban variedad…Nos comenzó a gustar tanto lo de la variedad, eso de andar de artistas, que rápidamente nos desenvolvimos en ese negocio. Yo en lo personal me metí de mago. Y como el cine ya no era negocio, pues muchos nos metimos al espectáculo espectáculo- (pag. 80).
Ricardo Pérez opina que procuran conservar costumbres, que son gente buena que a veces está en tiempos malos y cierra con tres capítulos que hablan del ritual de agradecimiento a la Virgen católica de Guadalupe, el 12 de diciembre. También cuenta del 6 de enero, día en que se come carne de puerco cocinado con procedimiento propio y se recuerda a los muertos, además de que amanecen juguetes de reyes magos para los niños y niñas. Comenta sobre la petición de matrimonio, la importancia de rituales apegados a sus costumbres, como lo es lo relacionado a los enlaces matrimoniales y la atención con los detalles para celebrar la unión. En otro capítulo aborda cómo, en la víspera de la boda se establece un paralelismo discursivo con la novia y una venadita. Es decir, se construye una metáfora como si la muchacha (que es la novia se relaciona con una venadita salvaje que anda libre y hace destrozos en un campo), por lo que el responsable del ganado (que sería el padre del novio) debe hacer un pago para compensar lo ocasionado por la venadita. Describe cómo es la fiesta y cómo es que se puede llegar a extender como tornaboda hasta que se cierra con el ritual de pañoleta. Estos son rituales antiguos que se preservan con el tiempo.
Crítica
Además de los valiosos testimonios que el libro contiene y las estupendas fotografías que lo complementan, contiene un glosario que apoya la comprensión del texto y se vuelve un aporte de palabras relacionadas con los relatos ludar que se presentan. La publicación de 2001 se imprimió en 1000 ejemplares, lo que hace que quien lo tenga es afortunado. El trabajo de edición de los textos hecho por la Dra. Neyra Patricia Alvarado sobre las entrevistas de Ricardo Pérez logra que sin ser largos los textos estos no se queden cortos en la información y están bien organizados en tiempo y temas. Al contrario, este libro marca una brecha en la historia de los libros en México al presentar a grupos familiares ludar, un tema novedoso que esta investigación inaugura. Llaman la atención datos como los nombres de los cinemas “Pepsi Cola” y “Jarritos” y nos ayuda a imaginar sus viajes. Presenta los aportes de estos grupos en las sociedades mexicanas que visitan y muestran la capacidad de adaptación que mantienen ante gustos posibles en la diversidad de este país y tiene 177 fotografías en diferentes tamaños. Este libro comparte con otro libro “Piel de carpa”. Los gitanos de México (2007) personajes que son fotografiados que cuentan con 206 fotografías a color y blanco y negro, lo que puede completar en la lectura y las imágenes el tema, sin embargo “Lumea de noi, Nuestra gente” tiene la ventaja de ser un escrito con visión emic es decir es la propia voz de ludar la que se expresa y cuenta su propia historia.