Reseña de libros

Pérez, R. y Armendáriz, L (2001) La Lumea de noi: Nuestra gente. Memorias de los ludar en México. CONACULTA, FONCA. Grupo impresor México.

Nombre:

La lumea de noi. Memorias de los Ludar de México. Nuestra gente

Autor:

 Pérez, Ricardo (comp.) y Lorenzo Armendariz (fotografía)Autor Corporativo: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (México)

 

Año:

2001

Categoría:

Libro

Lugar de la publicación:

México

Editorial:

CONACULTA-FONCA

Características físicas: (tipo de material al que tuve acceso)

libro

Número de páginas

235

Sede física: (locación)

COLSAN A.C

En caso de existir acceso digital al material: (indicaciones de si se requieren suscripciones, notas, ejemplares disponibles, acceso, etc)

 https://www.academia.edu/16839331/La_lumea_de_noi_Memorias_de_los_Ludar_de_M%C3%A9xico_Nuestra_gente

 

Reseña crítica del material

por Irene Imuris Valle Padillla

ISBN, ISSB o depósito legal de tenerlo

No aparece

 

Resumen

Este libro ofrece una reconstrucción histórica del proceso de vida de actividades económicas que tienen parte de la población ludar en territorio mexicano a través de testimonios de familiares de diferentes edades que han dedicado su vida a llevar a diferentes pueblos primero la fotografía, luego el cine y actualmente espectáculos de carpa con magos, payasos e hipnotizadores. Constituye una valiosa aportación a la comprensión de lo que definen como una minoría étnica de los ludar, de quienes, para el tiempo de salida del libro, no existía documentación escrita. Este libro es resultado de un proyecto que tiene como objetivo permitir el entendimiento de esta cultura y busca contribuir a desmitificar la imagen romántica y bohemia del gitano fuertemente estimulada por el cine y la televisión, y que a su vez reivindica su lugar en la historia cultural del país. Es un trabajo colaborativo principalmente entre un miembro de la comunidad, Ricardo Pérez, nacido en segunda generación en México y su compadre Lorenzo Armendáriz, fotógrafo de profesión, quienes se acompañarán para recorrer más de cinco mil kilómetros estableciendo contacto entre diferentes campamentos para recopilar entrevistas. Si bien seis escritos son de la autoría de Ricardo Pérez, hechos a partir de entrevistas a sus familiares también aparecen como capítulos otras narrativas ludar en la voz de miembros de diferentes grupos familiares como los son José Pérez, Joel Pérez, Raúl Costich, Pedro Costich, Pablo Yovani y Gumaro Yovani.

Aportaciones

Es un libro de excelente manufactura con portada color rojo y fotografías internas en color sepia, mientras que las fotografías son en blanco y negro. Este trabajo está hecho para disfrutar desde los sentidos de la vista, del tacto por lo cuidado de la edición (tiene tapas internas desplegables con fotografías que muestran un espacio al aire libre donde se observa un carro negro estacionado y cerca del mismo una figura casi misteriosa que camina entre la niebla: En la contraportada aparece una bella foto de una carpa levantada alumbrada por algunos focos donde la luna casi se confunde con alguno de ellos. En la solapa se presenta a los autores con fotos de ellos mismos siendo niños de 4-5 años vestidos ambos de vaqueros. Al leer ya la primera página también se le habla al sentido del oído, porque es como si se escuchara un altavoz que anuncia una función de espectáculo, es una proclamación que invita a entrar a la lectura de los textos como si este fuera un espectáculo dentro de una carpa. Las primeras páginas aparecen montadas como en un álbum familiar, donde se recopilan fotos antiguas y se presenta a las familias Costich, Pérez y Yovani. El texto que les precede va dando las tres llamadas de rigor para que comience la relatoría de recuerdos y memorias entre algunos miembros de estas familias. Se anuncian los mejores atributos del programa y se relata de forma sucinta una de las películas que se presentará en el cinema “Pepsi Cola”. La narrativa empieza a tener un sentido de urgencia, pues la función está por comenzar y es necesario pasar a ocupar los lugares después de comprar el boleto, ya que se dice en el altavoz estos ya se están acabando, será mejor tomar el lugar correspondiente para que empiece la función. Es así como la presentación comienza con el índice de contenido dentro del libro. Posteriormente, encontramos la introducción de Lorenzo Armendáriz que presenta la forma en que él y su compadre en las noches después de levantar una función comienzan a pensar en la posibilidad de una publicación que sirva para dar a conocer parte de las historias que suceden durante los trayectos del oficio: de quien lleva el cine u otro espectáculo teatral a pueblos, estaciones de tren, rancherías y lugares de trabajo. El cinema es a veces uno de los pocos entretenimientos para los lugareños que visitan.

Lorenzo Armendariz define a los “ludars” como un grupo que llegó a México a finales del siglo XIX con la intención de llegar a Estados Unidos, pero que por distintas circunstancias ya fueran cuestiones económicas, de distancia, etc. permanecen en nuestro país. Como mencionan algunos de sus integrantes, “encuentran en México una libertad que forma parte indisoluble de su existencia”. En el capítulo que lleva el nombre homónimo del libro, “Lumea de noi”, Ricardo Pérez expresa una preocupación por que las nuevas generaciones conozcan parte de la historia que vivieron en diferentes lugares de México. Reconoce que en otros tiempos muchas de sus historias y conocimiento era algo reservado al interior de las comunidades y que no se suelen compartirse para gente externa, pero considera que es positivo reflejar la diversidad que prevalece más allá de los clichés y estigmas que han sido difundidos por medios de comunicación como telenovelas, libros, y películas. Ricardo Pérez describe el origen de su estancia de la siguiente manera: “al territorio mexicano llegaron varias “razas” en diferentes épocas, pero ahora todos nos consideramos mexicanos”. En su relatoría explica cómo es que pasaron de dedicarse del cine al teatro y cómo esto ayudo a cambiar su imagen, aclara que ellos no se dedican a la lectura de la buenaventura y que el teatro incluso ha permitido una mejora en las relaciones con autoridades en los pueblos como los que trabajan en el municipio, los policías de tránsito, etc. Expresa un agradecimiento sincero a este país al que asegura le deben “todo lo que son, ya que trabajan y se les deja trabajar”. En su primer escrito cuenta aventuras y también sinsabores que como grupo familiar han tenido que enfrentar en los recorridos o bien llegando a los distintos pueblos, pero que, a comparación de la historia de Europa, siente que han sufrido menos. Es a partir de lo que se enteraron estaba pasando entre los años de 1930 y 1950 (guerras, genocidio) que era importante evitar una deportación que les regresará a Europa. Esto explica porque muchos de ellos se cambiaron de apellidos y dejaron de hablar su idioma y al mismo tiempo conservaron y colaboraron en unión para seguir costumbres propias. Ha sido debido a la fuerte estructura familiar que tienen que han podido vencer obstáculos a lo largo del tiempo y para explicar la importancia que la vida en familia tiene para ellos utiliza la metáfora de que la familia es como una cadena que nunca debe romperse. En un segundo texto llamado “El abuelo” aborda la historia de Yonsha Yovanovich que llegó de Rumanía en 1895-1896 y de cómo fue que se encontraron (él y sus familiares) en un país muy grande y comenzaron a dar espectáculos callejeros haciendo bailar osos, changos y chivos que bailan, así la gente les daba dinero y comida. Con el tiempo algunos animales adiestrados murieron, y también tuvieron recursos para comprar bestias para recorrer los caminos y se menciona que muchos de ellos se casaron con mujeres mexicanas y se ampliaron como familias mexicanas. En el siguiente capítulo “Mi padre” va a contar la historia de su padre, quien tuvo 16 hijos y a todos los trataba con cariño, educándolos en trato igualitario. En el capítulo “Son cosas pesadas de contar” relata el tema de los domadores de oso Nano, Dico y Dine Yoba y cómo este último incluso salió en películas de los años de finales de 1960 y 1970 como en “Caifanes” de 1967 o Yesenia de 1971. Platican que si bien vivían en la Ciudad de México también un tiempo andaban en carpas y presentaban los actos de los osos “Antonio” y “Carolina” y que al ser Nano Yoba, Dico y Dine parientes de su padre en algunas temporadas llegaron a viajar con ellos. Este trabajo no pudo continuarse a raíz de la muerte de los animales y con el tiempo se dio paso al espectáculo de la proyección de cine.  Relata cómo fue el proceso de proyectar primero una imagen fija y narrar la escena con un embudo de cartón, con el tiempo llegaron máquinas de manivela y  más tarde (quizás después de los años 60) el cine sonoro con películas sobre todo mexicanas que se llevaban  a los pueblos como las del Santo, como “La loba (1965) con Joaquín Cordero y Kitty de Hoyos, “Alma Grande (1966) y varias películas de Cantinflas, otras de Capulina, Tito Guizar, Antonio Aguilar y ya en los años setenta llevaban de Enrique Guzmán, Cesar Costa y Angélica María. Comenta que también tenían repertorio de otras partes del mundo como “Palitos chinos”, “El gordo y el flaco”,Tarzán”, y menciona con cariño “Espaldas mojadas”, una película sobre migrantes en camino a Estados Unidos. A veces también daban variedad como cantar o ponían música para bailar, números de faquirismo y otros espectáculos, adaptándose a los gustos de la población en la que se encontraban. Llegaban incluso a variar las películas haciendo cortes cuando así lo consideraban necesario y montando escenas de una manera que no venía en la película original.

Continuando con relatos, menciona que llegaron a Ruiz Cortines, un poblado en Sinaloa donde se juntaban hasta mil braceros a los que podían entretener y les era muy beneficioso porque el público cambiaba constantemente y así podían pasar la misma película en diferentes días sin repetir audiencia. Lo mismo pasó en el sur en Chiapas, en la construcción de una presa en Malpaso. Y así, va narrando aventuras y situaciones en las que se encontraban y de las tenían que salir al paso. Describe cómo en las poblaciones que visitaban, la gente se ponía muy alegre por su llegada por ser novedad. Les emocionaban desde las plantas que generaban luz con focos que iluminaban, hasta las películas con escenas de acción donde salían despavoridos basados en el realismo de las tomas.

José Pérez relata cómo andaban en carretas para transitar caminos viejos y cuando llegaban al pueblo montaban su proyector sobre sillas sostenidas con tubos y base de aluminio, cercaban con una manta un área dentro de la cual colocaban los aparatos y la pantalla además de ser un espacio con lugar suficiente para que las personas llevaran sus propias sillas. Joel Pérez abunda en las dificultades de andar por caminos apenas hechos, ya que los tiempos para recorrer las distancias eran más largos que ahora. Califica la vida de entonces de más dura, ya que tenían que hacer frente a las inclemencias del clima o, dependiendo de la localidad en la que se encontraban debían presentar actos diferentes, por ejemplo en Sinaloa ponían canciones rancheras, canciones tranquilas para que no los echarán a balazos. En su andar aprendieron a leer los gustos generales de los pueblos y ante eso fueron adaptando sus estrategias de acercar a más público. Raúl Costich relata cómo su cinema se llamaba “Pepsi Cola” por un trato que acordaron con la empresa de darles pintura a cambio de poner ese nombre a la vista y hacer publicidad.

Pedro Costich recuerda que a veces llegaban a viajar en tren alquilando plataformas para sus carros. Carlos Yovani cuenta cómo su abuela ayudó por ejemplo para el mantenimiento de caminos comprando carros con grava y regalando el material en una comunidad que tenía muy feos los caminos. Joel Pérez va a narrar desde su perspectiva las aventuras acontecidas en los años que llevaban un camión modelo 54 llamado “el Tragabalas” y platica que su padre, además de dar cine, en ocasiones trabajaba para la embotelladora “Jarritos”. Daba cine y compraba refrescos de la embotelladora. Recuerda que en ocasiones la gente compraba un boleto para el cine y le regalaban un refresco. La embotelladora, por hacerse publicidad, pintó el vehículo Tragaldabas con el emblema de la compañía. Era de color verde con blanco y decía Embotelladora Jarritos.

Gumaro Yovani relata la emoción de cada pueblo ante la llegada del cine. Con aparatos de 35 milímetros con los que viajaban a grandes ciudades y también a lugares donde no llegaban los caminos llevaban cine; hace hincapié en su constante búsqueda por trabajo honrado y se distancian de quienes leen la suerte. Comenta que dejaron de hacer cine para dedicarse al teatro, la magia, los payasos, bailarinas, escapistas, espectáculos con faquires e hipnosis colectiva, donde se aprovecha el momento para dar consejos a los participantes y que les sirvan para la escuela, el trabajo o bien mensajes de autovaloración para cuando despierten piensen positivamente. Sobre la transición de cine a teatro lo describe con estas palabras:         

Nos dimos cuenta que era bueno meter magia en la función de cine y como nuestros padres y abuelos en principio pasaban una película y daban variedad…Nos comenzó a gustar tanto lo de la variedad, eso de andar de artistas, que rápidamente nos desenvolvimos en ese negocio. Yo en lo personal me metí de mago. Y como el cine ya no era negocio, pues muchos nos metimos al espectáculo espectáculo- (pag. 80).

Ricardo Pérez opina que procuran conservar costumbres, que son gente buena que a veces está en tiempos malos y cierra con tres capítulos que hablan del ritual de agradecimiento a la Virgen católica de Guadalupe, el 12 de diciembre. También cuenta del 6 de enero, día en que se come carne de puerco cocinado con procedimiento propio y se recuerda a los muertos, además de que amanecen juguetes de reyes magos para los niños y niñas. Comenta sobre la petición de matrimonio, la importancia de rituales apegados a sus costumbres, como lo es lo relacionado a los enlaces matrimoniales y la atención con los detalles para celebrar la unión. En otro capítulo aborda cómo, en la víspera de la boda se establece un paralelismo discursivo con la novia y una venadita. Es decir, se construye una metáfora como si la muchacha (que es la novia se relaciona con una venadita salvaje que anda libre y hace destrozos en un campo), por lo que el responsable del ganado (que sería el padre del novio) debe hacer un pago para compensar lo ocasionado por la venadita. Describe cómo es la fiesta y cómo es que se puede llegar a extender como tornaboda hasta que se cierra con el ritual de pañoleta. Estos son rituales antiguos que se preservan con el tiempo.

Crítica

Además de los valiosos testimonios que el libro contiene y las estupendas fotografías que lo complementan, contiene un glosario que apoya la comprensión del texto y se vuelve un aporte de palabras relacionadas con los relatos ludar que se presentan. La publicación de 2001 se imprimió en 1000 ejemplares, lo que hace que quien lo tenga es afortunado. El trabajo de edición de los textos hecho por la Dra. Neyra Patricia Alvarado sobre las entrevistas de Ricardo Pérez logra que sin ser largos los textos estos no se queden cortos en la información y están bien organizados en tiempo y temas. Al contrario, este libro marca una brecha en la historia de los libros en México al presentar a grupos familiares ludar, un tema novedoso que esta investigación inaugura. Llaman la atención datos como los nombres de los cinemas “Pepsi Cola” y “Jarritos” y nos ayuda a imaginar sus viajes. Presenta los aportes de estos grupos en las sociedades mexicanas que visitan y muestran la capacidad de adaptación que mantienen ante gustos posibles en la diversidad de este país y tiene 177 fotografías en diferentes tamaños. Este libro comparte con otro libro “Piel de carpa”. Los gitanos de México (2007) personajes que son fotografiados que cuentan con 206 fotografías a color y blanco y negro, lo que puede completar en la lectura y las imágenes el tema, sin embargo “Lumea de noi, Nuestra gente” tiene la ventaja de ser un escrito con visión emic es decir es la propia voz de ludar la que se expresa y cuenta su propia historia.

Campos Cabello, Ruth y García Romero, Antonio (2007) Piel de carpa. Los gitanos de México.

Nombre:

Piel de carpa. Los gitanos de México.

Autor:

Campos Cabello, Ruth y García Romero, Antonio (2007) Piel de carpa. Los gitanos de México.

Año:

2007

Categoría:

Libro

Lugar de la publicación:

España

Editorial:

Alcalá

Características físicas: (tipo de material al que tuve acceso)

libro

Número de páginas

155

Sede física: (locación)

COLSAN A.C

En caso de existir acceso digital al material: (indicaciones de si se requieren suscripciones, notas, ejemplares disponibles, acceso, etc)

 No existe link al libro digital, pero si se puede ver documental de 9 minutos en:

https://www.youtube.com/watch?v=ku7EHpobrKs

en canal de Pattaki video

Reseña crítica del material

por Irene Imuris Valle Padillla

ISBN, ISSB o depósito legal de tenerlo

978-84-96806-23-8-D.L-J-599-2007

Resumen:

Alicia Lozano en la contraportada describe la obra como un trabajo lleno de imágenes y descripciones cercanas a la antropología de la cosmogonía gitana. Es curioso que menciona que los gitanos de quien habla el libro son “erráticos por naturaleza, un pueblo errante aferrado a conservar patrones culturales que distinguen una identidad étnica”. Esto es un ejemplo de cómo con buenas intenciones se reproducen formas controversiales que alimentan ideas generales, lo que no hace justicia al libro, ya que este sí se da a la tarea de adentrarse en campamentos que instalan al menos un grupo familiar extenso ludar y sus fotos y narraciones sirve para dar a conocer de cerca mediante un registro de vida, comunidades conformadas por gitanos que son parte del mosaico cultural de México.

Aportaciones:

Este libro de 155 páginas es sobre gitanos ludar que se distinguen de otros pueblos gitanos en México porque conservan una forma de vida que conserva la tradición nómada y recuerdan algunas palabras en rumano antiguo. Han sabido aprender de las costumbres de México sin renunciar a su forma de vida, valores, oficios, así como el gusto por el espectáculo y el camino con un fuerte sentido de pertenencia a su pueblo.

La investigación es una aportación que tardó más de 8 años a sus autores Ruth Campos Cabello y Antonio García Romero en terminarlo, empieza un día en 1988 en Guadalajara en el momento en que van los dos autores a visitar un campamento y conocen a Rubí, una mujer Romni que se porta muy amable con ellos, les invita un café y platican, ella se convertirá en su primera guía de acceso a la comunidad mientras escuchan música norteña de fondo. Los autores siguieron sus huellas y recorrieron pueblos, salieron del camino, viajaron por los pueblos de Jalisco y descubrieron una carpa de Teatro-Circo. Era el Circo de Suliman, y ahí conocieron a un hombre con sombrero texano norteño, con botas de piel de víbora, con camisa tipo mariachi con botones de barrilito, con fajo pintado que fumaba sin parar, moreno de piel y con sonrisa de oro. Subía y bajaba de la escalera y colocaba y quitaba tubos fluorescentes de neón bajo la puerta del Circo que anunciaba el nombre Suliman.

Ellos siendo fotógrafos son presentados a la comunidad y su profesión fue solicitada para bodas, bautizos y fiestas en general, por lo que a partir de su primer acercamiento van a tener una razón para ser invitados al campamento. En otra ocasión vuelven en búsqueda de Rubí pero ella ya se fue a otro campamento y no volverán a verla. Es entonces que conocen a Oscar Yovani y esta relación será la más duradera y será él quien les introduzca a su ser gitano. Allí podrán ser testigos de los espectáculos que se presentan al público y también de fiestas al interior de la comunidad y celebraciones importantes, de hecho, el libro tiene la aportación de explicar en las propias palabras de los entrevistados la importancia del alimento ritualizado (cochino empalado cocinado en fogata) que se cocina en navidad. También les tocará tomar fotos de una boda de unos jóvenes que conocieron siendo infantes y narran las fases involucradas en el casamiento, desde la petición de la novia hasta la torna boda.

En otras líneas van a hablar de la Pomana o ritual de luto cuando algún familiar fallece. Esta información está bien relatada y va a ser un trabajo de los pocos libros que para 2007  ofrezca información de trabajo directo con las comunidades. Avanza con un segundo prólogo a cargo del fotógrafo mexicano especializado en registro de diversos grupos étnicos, entre ellos destaca el que ha hecho con gitanos en diversas partes del mundo, y da cuenta de que los ludar “recuperaron su antigua vocación artística, al convertir las carpas de cine en teatros ambulantes”.  En este escrito de Lorenzo Armendariz se explica que hubo familias que llegaron de Hungría, Rusia, Polonia, Grecia, Bosnia, Yugoslavia, Turquía, Francia, España y Rumania principalmente. Explica que “el grupo mayoritario es el rom, dividido en clanes o subgrupos, principalmente Kalderash, Rusos, Grekós, Xoraxai, Xoropestí y Hunageresdos. Hablan el romaní, lengua emparentada con el sánscrito y enriquecida con prestamos dialectales de otros países. Que viven establecidos en grandes ciudades y que emprenden viajes por motivos comerciales” pag. 11. Va a aportar información relevante como cuando ante el temor de constantes rumores de deportación en décadas pasadas, muchas familias cambiaron sus apellidos originales y por ello se encuentran apellidos como Pérez, Méndez, Montes, Márquez, García, etc. y otros que se conservaron como los Costich, Marcovich, Mitrovich, Kwick, etc.  algunos de ellos siguen siendo católicos y otros son evangélicos.

En la introducción se explica que se piensa que los primeros gitanos que llegaron a México fue con Colón en su tercer viaje de Europa a México, en 1498, sin embargo fue durante la última década del siglo XIX y hasta la primera mitad del siglo XX cuando hubo una constante migración de Europa a América y se dispersaron por todo el continente.

Con 1 mapa, 64 fotografías de diferentes tamaños a blanco y negro y 174 fotografías a todo color se despliegan como viven en campamentos, aun cuando son pocas las fotografías en el camino o carretera. Hay infancias, abuelas y abuelos, varias fotografías del montaje de las carpas, las luces y lo que hay detrás del espectáculo que presentan, en la mayoría hay tráileres detrás pues son los que soportan y contienen el campamento, en muchas de ellas se les ve conviviendo con el techo de carpas por lo que el título Piel de carpa se remonta a que son una comunidad unida y la carpa les protege y resguarda como una segunda piel para la comunidad. Además de la narración de los autores se escucha la voz de entrevistados:

“Mis antepasados salían a las calles con un chango con un oso y lo bailaban en las calles, los abuelos de nosotros que eran extranjeros… de ahí siguió la dinastía de los hijos de andar ambulantes en estas carpas de teatro, inclusive hemos tenido casas, pero no estamos acostumbradas a ellas, se quedan las casas solas y aquí andamos de ambulantes” pag 25.

En México viven varios grupos de gitanos y hay una gran diversidad entre las familias que llegaron a este país en diferentes épocas, ahora son mexicanos y aunque su número es todavía un misterio, se estima su población en unos 150,000. Uno puede encontrar todos los grupos rom que viven en Europa, y probablemente existe una de las poblaciones rom más amplias, ya que habitan Kalé españoles, Boyash, Lovaria, Calderash, Matchwaya.

Entre los años 1880 y 1914 llega a México el grupo de los ludar o gitanos rumanos. La mayor parte de ellos vinieron del noroeste de Bosnia. A su llegada se especializaron, como amaestradores de animales, osos y monos, que bailaban por las calles con un pandero, y también eran comediantes. Se comenta que llegan a México con la intención de emigrar después a los Estados Unidos, pero permanecieron en este país donde encontraron la libertad, parte indisoluble de su existencia.

Los autores comentan que uno de sus aprendizajes es que “en el camino descubrimos que los llamados húngaros no son ludar y que los ludar no son húngaros. En México, a todos los gitanos se les llama húngaros”.

Entonces van a distinguir que existen rasgos muy similares entre familias ludar y rom, como la manera de vestir, las tradiciones, la habilidad en la palabra, la sabiduría, la inteligencia, la maña. Ambas culturas aprenden de las enseñanzas de los mayores, de las historias que dan la vida en su largo, caminar, y en ausencia de la escritura, la lengua es el vehículo de la memoria y sólo escuchando aprende el gitano todas las cosas, y sólo hablando se da a entender” pag 33  y 34.

Los ludar llevan sus casas a cuestas y la instalan en el lugar adonde llegan a presentar su espectáculo. Trabajan todo el año, pero en diciembre hacen una pausa para descansar y reunirse con sus familiares: padres, hermanos, primos, abuelos, etc… que recorren todo México para la cita y es en estas reuniones donde valoran cómo va el negocio y deciden el rumbo de los siguientes meses.

Los autores en diciembre de 1998, se reencontraron con Oscar Giovanni y su familia en Santa Lucía en Jalisco, y ahí les invitaron a las magnas carpas, donde los gitanos ludar hacen sus reuniones durante ese mes. Aquí es donde la narrativa va ser muy rica, pues describe como en este mes es cuando los empresarios de carpas, hipnotismo colectivo y cine ambulante dejan de trabajar y se reúnen en un gran campamento formado por decenas de tráileres con casas ambulantes y una gran carpa sin paredes en medio del baldío, que será testigo de los días más felices del año. Para el 12 de diciembre, día de la virgen de Guadalupe, para las familias católicas, ya ha llegado la mayoría de las familias: los Yovani, Costich, Markovich, Pérez. Todos ellos gitanos ludar nómadas y dedicados al espectáculo.

En los siete años que estuvieron visitando a los campamentos durante los meses de diciembre, hicieron grabaciones en video y realizaron un corto documental que se transmitió en la televisión a nivel nacional, dura 9 minutos, está en un disco pequeño que acompaña al libro. Producción de  Pattakki  y Unidad de producción audiovisual del ITESO. Duración de 9:50 minutos.  Esta musicalizado con un coro de voces tradicionales de Bulgaria:  Dali tsurni ochi nemam y una canción del cantautor Manu Chao llamada “Clandestino”.

Comienza con la siguiente frase: “Cuando lleguemos allá, el camino será más corto, y sobre nuestras propias sombras, nosotros los gitanos nos acostaremos. Ahora el camino es largo y las sombras anticipan nuestro paso”. En el video se muestra el montaje de las carpas de circo, y acciones de la vida diaria en su trayecto entre Jalisco, Sonora, Sinaloa, etc. Y tomas de bodas, bautizo, cumpleaños, hasta que llegan a la fiesta de Crechún que es la fiesta dedicada a los muertos.

Su amigo Oscar Giovanni murió en diciembre del 2004, cuando venía de camino de  Mazatlán, Sinaloa, a la reunión de este año en Jalisco, el camino se lo llevó.

Los capítulos del libro son 1.- Hungaros o Gitanos, 2.- El encuentro, 3.- El cine, 4.- La reunión, 5.- La boda, 6.- El crechún y 7.- La pomana.

Poco antes de llegar al capítulo del “espectáculo” van a explicar el oficio del cine ambulante  que fue lo que “se impuso para sobrevivir”, se menciona cómo “la gente asistía con su silla para ver la función, en los pueblos esperaban con ilusión, con emoción, cada vez que llegaban a un lugar, los niños iban corriendo para observar como montaban el cine. Los años pasaron, les tocó proyectar el cine, mudo, el cine con sonido, en blanco y negro, y luego el de color, y con este las películas de balazos, de persecuciones y de enredos, de droga y amor. Los Yovani se dedicaron en su momento al cine, aunque hoy la mayoría se dedica al espectáculo de carpa, aún algunas familias se niegan a dejarlo y siguen recorriendo la República Mexicana de rancho en rancho, de pueblo en pueblo, de Estado en Estado, llevan cine a los pueblos más alejados y olvidados, llevan la magia, las historias de héroes y de bravas mujeres mexicanas.

El libro considera que los gitanos serían los verdaderos pioneros en la divulgación del cine ambulante, ya que se trasladaban de un lugar a otro, a pie, caminaban, luego a lomo de mulas, después en la movilidad siguieron los carruajes, los caballos, luego camiones pequeños, y ahora tráileres, así llevaron el cine a los lugares más recónditos, donde la modernidad no llegaba.

David Giovanni “el negro” menciona: “Cuando mi papá era niño, mis abuelos andaban en bestias porque no había transporte y se dedicaban al cine mudo, Porque no había tanta cosa como hay ahora, tanta modernidad.… Y seguido al paso del tiempo, ya hubo manera de comprar camiones, cine con sonido, llevamos la diversión a toda la República. Nosotros desde 1955, ya empezamos a traer cine de Estados Unidos, amplificadores potentes que no había en México. El sonido se oía a cinco o 6 km por allá. Y seguido siempre nos interesó traer buenos anuncios, buenos sonidos. Entre las películas que ponían estaban de los hermanos Almada, películas de narcos, como el Águila negra, todas las de Pedro Infante, las de Resortes, de Cantinflas… buenas películas, las de Gastón Santos, el Potro salvaje, el Peñón de las ánimas… eran unos peliculones número uno…las películas, las rentábamos, había distribuidoras en Mazatlán, Hermosillo, Guadalajara, y ahí veníamos cada semana o cada 15 días por un lote de películas, se rentaban por semana. Ofrecíamos dos películas diarias, un estreno y otra viejita. La gente estaba contenta con nosotros, toda la gente donde quiera que íbamos nos conoce, pues llevamos toda la vida aquí…Después ya no había negocio, pues entró el video muy duro, películas, donde quiera, a todo el mundo que mirabas pasar por la calle traían sus cuatro películas en la mano, mucha gente decía “ya para que queremos ver cine, ya para que llegó el cine ambulante. Y así fue como termino el negocio del cine” pág 64.

En los relatos se explica el proceso, desde montar en burros machos las máquinas de cine hasta el cambio a carpas de teatro.

“Andamos por toda la República donde está la cosecha, está la gente de fuera que viene a trabajar y nosotros llegamos con nuestro negocio, nuestro espectáculo y la gente viene a divertirse, y ahí es donde nosotros también ganamos algo para sostenernos. Mis hijos hacen casi todo el show, trabajan de payasos los dos, hacen mímica, salen los dos de Pimpinela, uno sale vestido de mujer y el otro es el hombre y hacen el show, y luego hacen el show de los jalapeños, que son unos norteños, así medio atrabancados, que hacen reír a la gente en el modo de actuar de ellos, es una mímica cómica, es comedia y la gente se muere de risa con ese programa, y luego ya sigue el hipnotismo colectivo, que también es una cosa bonita, que a la gente también  le impresiona mucho y se mueren de la risa cuando ya están los hipnotizados, pues bailan, cantan, brincan, saltan… y a lo que les dice el maestro es lo que ellos obedecen” Carlos Yovani” página 70.

Se enlista una serie de diferentes nombres para sus shows mágicos como “Hipnotismo Zulimán”, “Hipnotismo Carpa México”, “Androman”, “Sami Costich”, “Teatro espectacular”, “Arthur Yovani”, “el hipnotizador del milenio Bitzala”, “Teatro Zerimar de Peter Costich”, “Coperman”, entre otros.

Se describe la estructura del espectáculo payasos, maga, escapistas, cómicos, hipnotismo colectivo. Aunque hay que señalar que cada familia le impone su propio estilo.

Entre los relatos se observa la división del trabajo, el padre o jefe de familia es el encargado de conseguir los permisos en cada pueblo, contrata ayudantes, dirige el rumbo y el trabajo al interior de la carpa. Las mujeres soportan todo desde atrás, la madre dispone la casa provisional y coordina a las hijas, las nueras se encargan de preparar palomitas, y todo lo que se vende en la dulcería, cobran en taquilla, organizan los vestuarios y accesorios para los diferentes números del espectáculo, incluso algunas hermanas trabajan en el escenario. La función de la mujer en la vida cotidiana, es de vital importancia, ellas son el pilar que sostiene no sólo el espectáculo, sino el ser gitano, ya que sin familia no hay espectáculo, ya que esta  ejerce una función básica dentro de la comunidad, es la clave en la transmisión de valores y en la educación de los hijos, ya que se delega poco en la escuela.

La endogamia y el sistema de parentesco que se sustentan, han sido elementos decisivos para la supervivencia de esta cultura.

Se menciona durante el libro que fue “Taurus de Brasil” quien les enseñó el concepto de hipnotismo, pero luego contrataron al peruano  Alberto López Mendoza que les enseñó las técnicas para hacerlo al público, pero ellos fueron trabajando para dar un ambiente diferente al espectáculo.

En el caso del espectáculo del hipnotismo se refieren a él como uno que trae beneficios a las personas que forman parte, se les invita a todas las personas para que se relajen, para que aprendan a conocer esta técnica que no entraña peligro alguno y ocasionalmente  bromea el hipnotista con el público, esto es “para quienes quieren conocer las profundidades de la mente, sirve para eliminar problemas de origen como dolor de cabeza, entre otros, a la juventud, se les dice que el hipnotismo les puede desarrollar máxima confianza y seguridad en sí mismo, y desarrollarán una memoria semi fotográfica para la mejor comprensión y asimilación de materias estudiantiles. Se les explica el proceso a voluntarios que quedan condicionados a aceptar las sugerencias, las cuales forman parte de su vida y quedarán grabadas en su mente inconsciente” pag. 81 y 82.

En una de las frases que ponen al inicio del capítulo el espectáculo:  “la comunicación con el mestizo es en la carpa. Cobran por divertir y divierten para vivir”. Se da muestra de que se entiende y explica en una frase como construyen su relación con el público que será muy importante para poder recrear su forma de vida.

En el capítulo de la reunión, se explica cómo se juntan las familias y se colocan los remolques en un círculo y al centro ponen una carpa alargada sin paredes para que de cobijo a todas las fiestas que durante esos días en diciembre se van a celebrar. Se busca que el lugar de reunión sea uno de clima templado, en el caso de los ludar que los autores visitan celebran a la Virgen de Guadalupe, hacen altares y depositan ofrendas y velas por los favores recibidos. Esta celebración se inicia desde el día anterior del 12 de diciembre y durará toda la noche con bailes, cervezas y alegría. Al amanecer del día 12 se cantan las mañanas a la Lupita, se matan corderos o puercos y se baila con música norteña.

Sobre el tema de la boda lo van a ejemplificar con dos personas Vanesa y Carlos (el hijo primogénito del hipnotizador) que conocieron años atrás y les va a tocar estar en este ritual desde el pedimento que son tres días de fiesta, hasta la víspera de la boda y la tornaboda. Explican cómo se pide el permiso para la novia con la visita de mayores a la familia de ella, al principio dicen que no hay permiso y en una segunda visita si la joven está de acuerdo, dicen que si, entonces le dan una botella cubierta con un pañuelo rojo, con prendas como medallas, esclavas, anillos y conversan sobre el pedimento de la mano de una venada que andaba por ahí perdida y que quieren recuperar, y entonces se pone el recurso de las travesuras que había hecho la venada que es la metáfora del pago de la novia y se ponen un acuerdo del valor que es la dote y abren la botella y hacen brindis, asegurándose la fecha próxima evitando poner plazos largos. Entonces la familia de la novia le busca un vestido blanco, y luego a media boda se hace el momento de paga de la dote, y luego ponen una especie de molino que es una bandeja con agua con una manzana para que los padrinos y quien quiera les ponga dinero y después van a retirarse a las ocho de la noche, que se entrega la novia en la casa del novio y van a tener en sus camas sábanas blancas, porque ahí es donde debe quedar la huella de la virginidad, las madrinas son las que están pendientes y si esta es positiva, si hay sangrado entonces comprarán claveles rojos que significa que fue virgen y tendrá que ir por la mañana con vestido rojo haciendo un regalo de clavel a las diferentes familias. En la boda se adorna la carpa muy bonita y la novia espera a su papá para que le ponga el zapato para poder bajar y se acercan a la iglesia y saliendo del templo, ya habrá baile, comida fiesta y diversión, entonces comienza la tornaboda, que es la fiesta de parte de la familia de la muchacha, cuando ya se sabe que es virgen. Al terminar esta celebración cambiará la vida de la nueva esposa, pues ya no va a salir, ya no va a bailar con sus amigas sólo con su esposo y ayudará en el quehacer con la familia y se queda a vivir con la suegra, la mamá de su esposo y ella se queda siendo parte de la familia del esposo.

El cierre del libro está dedicado al Crechún, que es una festividad que muestra la importancia que tienen los muertos, porque es un ritual que se realiza cada 5 y 6 de enero y es una fuerte tradición que ostentan con orgullo y está dedicada a los antepasados.

El Crechún es el día en que llegan los difuntos a estar con las personas vivas y pasan a comer a todas las carpas donde están sus familiares. Están todo el día, pero al obscurecer se van y entonces hay que levantar las mesas y todo. Esta celebración empieza desde la tarde del día 5 de enero, que es cuando se comienza a preparar a los puercos para ponerlos a girar sobre el fuego, porque van a durar toda la noche dándole vuelta para para que se cosan alrededor del fuego, en ese momento especial es cuando se cuenta de la vida de las personas que ya no están. David Giovanni Mitre, conocido como El Negro, platica que “la costumbre es una ofrenda para dar gracias a Dios y compartir con nuestros difuntos. Se debe matar un puerco que sea macho, de esta comida no prueba uno hasta el otro día, aparte las familias amasan la harina  y le ponen sal y manteca en unos sartenes que se llaman Esquilite, se hacen unos panes que se llaman Pogachis, y con esos panes se hace uno  más grande que se llama Colash, que viene siendo el pan de Dios, se adorna con centenarios y se quema incienso porque el incienso es la presencia de Dios. Mientras el puerco está cerca del fuego se pone una rama de un árbol frutal para que traiga la dicha, pasan las personas y con la rama (mairac) mueven leños para sacar chispas. Debe ser árbol frutal porque da esperanza, es guía e iluminación, es un árbol de provecho y depende de cuantas chispas salgan de la lumbre, significan la felicidad, la salud, la tranquilidad y después se come un pancito y un pedazo de carne de cerdo, pero el primero está dedicado a Dios y como ofrenda para los difuntos, dándoles las gracias por la protección.

Un detalle interesante es que la cabeza del puerco se guarda y a los nueve días se parte y se se abre en dos pedazos y se espera que tenga muchos gusanos, si es así, la creencia y la tradición dictan que va a ser un año de mucha prosperidad, y si no hay muchos gusanos, va a ser un año malo, después se tira esa cabeza al agua corriente, de preferencia en un río.

El 6 de enero empieza muy muy temprano y se le dan regalos a las infancias.

Con este ritual se pasa ya de casi un mes entero de fiesta y la tradición dice que deben esperar nueve días más para iniciar la partida.

Por último, el libro va a cerrar hablando de la tradición de la Pomana, que es la celebración ritual relacionada con la muerte de algún miembro de la comunidad y su función es facilitar al fallecido su viaje al paraíso, ya que se conserva la creencia de que este sólo puede pasar con la ayuda de los vivos, se celebra justo después del entierro y luego al cabo de siete días y también transcurridos los 40 días, porque se cree que entonces el difunto por fin pasa el mundo de los muertos. La Pomana vuelve a realizarse a los seis meses y al primer aniversario de la muerte, y luego se repite cada año hasta que se cumplen siete años, que es cuando se cierra el ciclo de compromiso. Esta tradición implica que cuando muere alguien, en el momento en que se saca el cuerpo para llevarlo al panteón, se procura tener la mayoría de trastes con agua y se ladean para que el cuerpo nunca tenga sed en su camino, y en el velorio debe haber personas no pares, y cuando el cuerpo ya sale, se tira el agua.

Cuándo ya se va a sepultar a las persona, se pone una mesa grande según el campamento hasta 13, 15 o 25 m según la gente que hay, la mesa se llena de comida y antes de sentarse deben tomar una brasa de lumbre y cada persona que la toma, va tirándola para atrás, otro más la recoge y se vuelve a tirar hasta que todos pasan, y luego todos se lavan las manos y se van formando en la mesa. Entonces en esa mesa se quema otra vez incienso, se le dan tres vueltas a la mesa para garantizar la presencia de Dios como ofrenda. Se puede comer pero no se lleva nada de lo que sobra. Comidos todos se paran alrededor de la mesa, se nombra el difunto y se dice tres veces en idioma -Dios te proteja. Dios te proteja. Dios te proteja, se junta todo lo que quedó y se va a tirar a donde corre el agua, de preferencia un río, un canal, un arroyo. A los 11 meses se hace una ofrenda parecida, pero ya no es un puerco, sino un borrego y fruta lo que se come, aquí vuelve el detalle del número impar,  todo lo que se compra para esa comida tiene que ser en números nones 35 kilos de esto, siete de aquello y si se compra por cajas no se compran dos cajas sino tres o una, no pares. Cuando alguien fallece se espera que los familiares hagan lo necesario para unirse, y a los tres días se usaba que el campamento se movía, ahora aunque no se cambie el campamento si se mueve la mesa y de preferencia cosas en la carpa, pero anteriormente si era levantar el campamento e irse, en el luto no se debe amasar harina hasta los 39 días y ya se hacen tortillas que son ofrenda para el muerto y se llama la pomada de los 40 días.

Anteriormente además de no usar la harina se rasuraban hasta los tres días.

Para las conclusiones del libro, los autores plantean que los ludar son un pueblo que al menos hace cuatro generaciones quedó dividido entre Europa y América y que la esperanza de la gran familia de los gitanos de México ludar es el reencontrarse con sus orígenes y saber sobre la familia que se quedó en Europa, mientras tanto se siguen reencontrando cada año para dar vida a sus ritos y tradiciones, fortaleciendo una cultura viva que viaja por los caminos.

Los autores piensan que los jóvenes actualmente han adoptando otros usos y costumbres ajenos a su cosmogonía como pueblo y dado que la historia de los ludar no está escrita, y esta se transmite por la palabra: cuentan los abuelos, como poco antes de subir a los cielos, Él señor reunió a todos los pueblos del mundo en una gran plaza. Antes de irse asignó todo el mundo un puesto, pero los gitanos llegaron tarde a la asignación de destino y Él señor contestó -arréglenselas como puedan-. Y se marchó. Y desde entonces, los gitanos se las ingenian como pueden para sobrevivir.

Comentarios:

Al cierre del libro se colocan referencias, ya que varios de los libros no fueron citados durante el texto pero en esos años era muy reducida la producción sobre el tema. Las fotografías, la narrativa y el video logran transmitir información que da a conocer tradiciones de ludar en México, por lo que es muy valioso este libro con las entrevistas a personajes que también serán citados en  otro libro “Lumea de Noi”, y esto hace que la información se complemente. En este libro encontramos descripciones que nos hacen considerar que la presencia de los gitanos ludar en México han hecho aportaciones en los poblados donde se presentan relacionados con el esparcimiento, la alegría y la novedad del espectáculo.  

Este libro es fundamental para conocer una parte de la vida de los ludar en México. Cada año que pasa incrementa el valor de este trabajo, porque personas que entonces fueron cercanas y compartieron información han fallecido ya, y por otro lado porque no ha vuelto a existir un libro desde su salida que tenga fotografías a color y que enlace explicaciones al interior de la comunidad. Ahora hay otros libros con fotografías a blanco y negro y hay otras investigaciones quizás más acuciosas, pero el cariño que en este libro se logra transmitir da idea de una relación muy fraterna con la comunidad, además frases entre capítulos dan idea de que los autores buscaron información de otros autores como cuando citan a la poeta polaca Bronislawa Wajs Papuzca quien años después en 2013 tendría una película con su historia:

El tiempo de los gitanos errantes es como el agua, no mira atrás, huye, corre lejos, allá donde ya nadie la verá, agua que se va”. Papuzca poeta gitana polaca.

Pienso que este libro es un importante testimonio que parte de comunicar después de recabar conocimiento a partir de la interacción con las personas que buscan retratar.